Salgo al encuentro del deshoje matinal, en primera persona desintegro un espejo, cada trozo esparcido en la orilla del balcón rojo. Un paso más y podré sentir la brisa asumagada, tomé la punta más afilada, tomé las tres estaciones, (faltó la última), un árbol me acompañó en el viaje de ida y una chaqueta me descolgó en una pieza de motel. Cinco días de una carretera se perfilaron, y los kilómetros angustiado perecen en la ladera, una sombra vecina se agolpa en gotas de sangre para el deshague, deshoje matinal, el espejo sigue cayendo, otro paso más y serán las alas rotas que caigan. Ojos derretidos en la penúltima caricia, una más y los mojados dedos ya se dejan caer de este sol inexistente. Tú árbol crece en llamas, nuevamente tomé la punta más afilada. Se desprenden las manos para guardarlas en el baul (faltó la última). Una llave lleva a la otra y a la otra, cabeza descuartizada y el dolor se hizo piel. La oscuridad abraza la noche y el frio la complica, las estrellas de viaje se perdieron en el camino. Beso al silencio de tu espalda y apreto los labios. La lengua cae a pedazos en letras desordenadas (faltó la última)
  ¶ 5:55 p. m.

Entrar desde el mar inquieto
cuando la brisa queda inmóvil
esperando la nada
entrando desde afuera
cuando el frío se ríe
a carcajadas de mis temblores
desaparezco del reloj antiguo
y la vista se hunde en niebla
atrapo una letra para ordenarla
entro al desorden desde la quietud
mis flores debajo de sus zapatos
escapan para seguir entrando
a este mar inquieto.  ¶ 1:29 p. m.

Rearmo letras
se realinean las líneas de arena
frágil la tierra
trizaduras en mis ojos
cosecho la última costra de sal roja  ¶ 9:47 a. m.